EL PROPÓSITO DE LA VIDA EN EL CASO DEL SER HUMANO DESDE EL PUNTO DE VISTA FILOSÓFICO
Cada ser humano como cada ser vivo es: concebido, eventualmente nace, eventualmente se desarrolla (crece), eventualmente se reproduce y  finalmente de manera inexorable; muere. O sea que, cada ser humano como cada ser vivo, es concomitante con el efecto  o fenómeno: “vida” en la manera en que las eventualidades se vayan dando; a partir del momento de la concepción, un lapso que se continúa hasta el momento de su muerte; y este lapso por lo menos en la actualidad no supera poco más o poco menos, los 130 años es decir: como decía Antonio Plaza: “esta vida es un misterio, una ilusión vaporosa, una vereda escabrosa que conduce al cementerio” ). muchas personas han dicho que, la vida carece de sentido, que es algo vacío, que es una broma, y además, de mal gusto” se dice que eso lo mencionó en alguna parte Arthur Schopenhauer de alguna manera y también Friedrich Nietzsche; pero posiblemente algunos otros antes y seguramente muchos después lo han mencionado si no de manera literal, sí de manera contextual, y es que parece ser que tiene sentido eso que se dice ya que aplicando la consecuencia palpable de la lógica, ¿qué caso tiene que el individuo humano transite ejerciendo el efecto de vivir si de manera inexorable ha de llegar a un punto o momento en el que dejará de palpar todo aquello que se empeñó en construir? Todos entendemos desde que “tenemos uso de razón” que no somos eternos, que “transitamos” de manera temporal esto que llamamos lapso de vida; y que al llegar al final, nada de lo que “atesoramos” va a ser objeto de nuestro disfrute o uso porque lo que se entiende es que, el que muere ya no tiene acceso a nada de lo que aquí queda. Entonces; ¿para qué tanto afán? ¿Para qué tanto empeño en lo que hacemos? Y parece que como dije antes, hay sentido en las preguntas recurriendo a la “lógica palpable” derivada de una dialéctica puramente material por lo que parece ser que, todo es cuestión de lógica. Entonces, ¿qué pasa con la lógica?
No soy una autoridad en el tema de la lógica pero me atrevo a expresar mi particular sentir a ese respecto por lo menos en un sentido “vulgar” y con respecto al tema actual.
Primero: “lógica” es un concepto que implica siempre la objetividad en la interpretación de cada caso particular es decir: el concepto común de todos los criterios individuales sobre la interpretación del mundo en lo general y en lo particular, para tratar de dar las explicaciones verosímiles, sobre todo tipo de dudas que se le presenten (lo que se entiende como: “filosofía”), lo anterior no quiere decir que con la lógica como recurso, el ser humano puede disipar todo tipo de dudas, hay fenómenos (la gran mayoría) que quedan sin solución es decir no se llega a establecer la falsedad o veracidad de determinado asunto en cuestión. Ahora bien, así como las herramientas del artesano por sí solas no pueden hacer ninguna artesanía sin la participación del artesano; así pues,  la lógica (como “herramienta”) no puede explicar nada (lo mismo que la herramienta no puede hacer artesanía alguna) sin la participación del raciocinio humano (como el artesano con la herramienta), porque la lógica no es la que explica es decir: la lógica no establece conclusiones ni resuelve ningún problema, es sólo el recurso para que el raciocinio humano que le dio origen, establezca tal o cual conclusión o resultado. Y así, como en el caso de la artesanía, existen los artesanos y las herramientas; del mismo modo a manera de metáfora, la lógica como “herramienta” y el raciocinio humano como “artesano” dan existencia en un caso a la artesanía y en el otro, a la filosofía.
En síntesis, la lógica es una normatividad (conjunto de normas y preceptos) establecida por el raciocinio humano de acuerdo con la realidad perceptible y entendible es decir: derivable por el mismo criterio y raciocinio humano (valga la redundancia), por medio de la cual, el ser humano aplicando su propio criterio y raciocinio trata de dirimir o explicar las dudas sobre los fenómenos o casos que se le presenten; y, de manera metafórica, sería el “vehículo” artificial en el cual se puede acceder a las regiones desconocidas para conocerlas, siempre y cuando el “conductor” tenga la experiencia suficiente para manejar dicho “vehículo” es decir: si el “conductor” tiene escasa experiencia podrá operar el “vehículo” hasta escasos límites, y en la medida en que el “conductor” desempeñe más pericia, habrá de hacer que con ese “vehículo” se pueda llegar más lejos, pero no más de lo que la capacidad del vehículo ni lo que su capacidad como conductor le permitan.
Con la muy somera explicación anterior sobre la lógica en lo que al tema atañe, vuelvo al tema de la vida humana y la ponderación que algunos filósofos han hecho al respecto, y he de estar haciendo metáforas o símiles comparativos sobre el tema en lo que corresponda según mi punto de vista. Los ejemplos siempre me han parecido un medio de explicación muy útil.
Para aquellos que dicen que la vida es una vacilada o broma de mal gusto, lo que se entiende es que ellos aplican la lógica de una manera concreta, materialista y muy limitada o superficial; y si bien tienen razón dentro de los límites lógicos en que discurren, debemos entender que hay otros campos de la misma lógica que quedan sin ser incluidos. Yo digo que hay una parte de la lógica que es concreta y definitivamente concluyente, refiriéndome a aquella que de manera inequívoca nos lleva a resultados concretos en cuanto a: “falso” o “verdadero”, de lo que se investiga o se trata de entender: 3X8=24 o más generalmente: “axb=c” es un sistema (algoritmo) lógico (matemático) para resolver el problema de saber cuántas unidades se obtienen de considerar en un solo conjunto; ocho veces el conjunto de tres unidades o bien; tres veces el conjunto de ocho unidades, o en el caso generalizado: ¿cuántas  unidades se obtienen al considerar “a” veces el conjunto de “b” unidades o “b” veces el conjunto de “a” unidades; dándonos un resultado único e inequívoco y definitivamente concluyente de veinticuatro en el caso particular, o “c”  unidades en el caso general; que es cabalmente: “verdadero” o “no falso”.
Pero hay otro campo de la lógica que es la lógica probabilística o de probabilidades en donde  no se define de manera determinada y precisa el resultado de un problema sino el porcentaje de probabilidad de dicho resultado: si yo lanzo una moneda al aire, como la moneda tiene dos caras (X y Y por ejemplo), existe un 50% de probabilidad de que caiga con cierta cara hacia arriba; pero la lógica en este campo, no nos asegura que si ahora cae la cara “X” hacia arriba, enseguida caiga la cara “Y” hacia arriba. Tampoco nos asegura que si lanzo cien veces la moneda, caiga con exactitud cincuenta veces la cara “X” hacia arriba, tampoco  nos asegura que, si lanzo un millón de veces la moneda, caiga exactamente medio millón de veces la cara “X” hacia arriba; pero si nos da una idea probabilística de que el 50% o un número muy aproximado de veces así suceda. Un dado de ésos de forma cúbica es decir con seis caras presenta según esta lógica probabilística, la probabilidad de un sexto de que determinada cara caiga hacia arriba al arrojarlos sobre una superficie plana, pero no nos asegura con exactitud que en 36 tiros caiga esa cara hacia arriba seis veces ni que si lo lanzamos seis millones de veces, caiga exactamente un millón de veces esa cara hacia arriba, pero sí, un número muy aproximado al millón.
Llegado a lo antes expuesto, y aplicado el tema de la lógica en otro campo (la vida), creo yo que es fácil entender que el cúmulo de complejidades desde el punto de vista de la lógica de probabilidades, es demasiado pero muy demasiado grande, tan grande que no hay forma de asegurar de una manera categórica los pasos que la naturaleza ha dado y se siguen dando para tener el resultado de todos y cada uno de los seres vivos que se conocen en nuestro entorno y muy probablemente en las infinitas regiones que no conocemos de nuestro universo. Con todo eso, tenemos que entender que este resultado del fenómeno de la vida en los seres vivos y en especial en nuestra especie, la humana, de ninguna manera es consecuencia (como algunos aseguran sin demostrar) del revolvimiento azaroso de la materia (o lo que entendemos como materia) y la intervención azarosa de descargas eléctricas, sino por el contrario; es consecuencia de algo tan perfectamente pensado y diseñado por algo (y no digo alguien) dotado de una superinteligencia,  lo cual en mi opinión es de alguna manera comparable al concepto “Dios” (pero esa es sólo mi opinión), podríamos llamarle “Matriz” o “Naturaleza” o de cualquier otro modo. Me permitiré llamarle “Naturaleza” para no inmiscuir el tema de la religión que se pueda aplicar al respecto. Esta Naturaleza, nos ha dotado por siempre de todo lo que tenemos (vida y sobre todo, capacidad de pensar de manera consciente) lo cual nos faculta para “valorar” todo lo que esté a nuestro alcance perceptivo ya sea material o inmaterial.
El diseño que se ha ejercido y se ejerce en cada ser vivo tiene demasiadas complejidades (casi infinitas posibilidades) y una de esas complejidades consiste en establecer  sistemas de auto-conservación es decir: en cada especie existe un sistema que hace que el individuo tienda a su auto-conservación; se dice que en los animales irracionales estos sistemas son “el instinto” y que en nuestra especie es “la razón” o “raciocinio”; y aquí es donde empieza el tema ese de que cada individuo de nuestra especie tienda a conservarse vivo. Es cierto que nadie debe ni tiene por qué soportar “vaciladas o bromas de mal gusto” en su contra, por lo que si damos fe a esa aseveración de que “la vida es una vacilada de mal gusto” lo consecuente sería el suicidio, pero la gran mayoría de los humanos no se suicidan y de los que lo hacen, la gran mayoría lo hacen por otras muchas y diferentes irregularidades en sus existencias, luego; ¿qué pasa con nuestra especie? Tenemos un sistema (se dice) hormonal que entre muchas otras funciones, controla nuestras consciencias en el sentido de seguir existiendo vivos es decir: conscientemente “saboreamos” la vida de manera agradable al grado de no permitir apartarnos de ella o sea, no nos da por suicidarnos sino por el contrario, persistir vivos. Los sentimientos de odio o rechazo tendemos a ejercerlos sobre aquello que nos molesta y los sentimientos de amor y apego tendemos a ejercerlos sobre aquello que nos deleita. Todo lo anterior es parte integral del diseño del cual hemos resultado. Ahora bien, el apego, o tendencia obsesiva para seguir existiendo en el estado de vida, es algo que la mayoría de las veces no deriva de la capacidad racional del ser humano sino más bien de ciertas reacciones internas gobernadas por algo supramaterial que “insufla” la mente de ciertas moléculas desconocidas pero especialmente diseñadas para que ésta (la mente) ordene a la conciencia el ejercicio de la tendencia obsesiva a permanecer en estado de vida.
El gusto por lo que nos parecen buenos sabores, por lo que nos parece buena música, por el trato amoroso que percibimos de las demás personas, y por multitud de otros objetos agradables de la vida, es algo que depende de un sistema que nadie sabe dónde reside; unos dicen que en el Hipotálamo, otros que en la glándula Pituitaria, otros dicen que en la glándula Pineal, otros dicen que es algo extra corporal; pero la realidad es que resida donde resida ese sistema, debemos conceder primero, que existe y después, que en nuestro diseño hubo esa preocupación para que en la “balanza” de nuestra existencia exista una carga mayor hacia la continuidad por lo menos mientras no se llega a la edad marginal máxima. No se sabe siquiera si ese sistema reside dentro de nuestros cuerpos o es externo, es decir: que una especie de envoltura “energética” etérea de un tipo de energía (que bien se le pueda llamar de otro modo en lugar de llamarle energía) de nuestro cuerpo (algunos dicen: Aura) sea la que interactúa con la materia de nuestros cuerpos para insuflar todo ese tipo de tendencias. Y así como no se sabe de buen saber en qué consiste dicho sistema ni dónde reside, tampoco se sabe la naturaleza de la energía que controla todo ese cúmulo de efectos, por eso digo que bien se le puede nombrar de otro modo en lugar de “energía”. Quizás llegue un momento en el que la investigación humana empiece a establecer procedimientos y aparatos para detectar dicha “energía” (o como en su momento se le llame), pero de momento eso está en el campo de lo desconocido (la manera de detectarla e identificarla mas no su existencia). Esas imágenes que son percibidas por el sentido de la vista, se plasman de una manera algo entendible, en el área de la retina a la manera del sensor en una cámara fotográfica, pero lo que nuestra conciencia percibe de esa imagen es el resultado de llevar cada unidad de dicha imagen (algo así como los píxeles), desde la retina hasta regiones del cerebro cuya estructura y consistencia no ofrece una explicación en el sentido de que exista una especie de superficie en donde se haga nuevamente concebible; y esas cosas no se han podido dirimir; no se ha llegado a establecer cómo nuestra conciencia hace palpable todo. Al interior de nuestro cerebro no llega la luz de las imágenes de manera directa sino en forma ya codificada a través del nervio óptico (se dice que por impulsos eléctricos) pero nuestra conciencia las capta en todo su esplendor. Por otra parte, cuando movemos un dedo por ejemplo, no actuamos de manera racional para hacer que los músculos correspondientes ejerzan la actividad determinada, considerando en orden: (desde el deseo de mover el dedo, y la intervención de la parte cerebral (conjunto de neuronas) que deba emitir las “señales”  correspondientes a los músculos que deben participar para ejercer el movimiento respectivo) simplemente vemos el dedo y lo movemos al lugar que queremos y que también vemos: se dice que la imagen que vemos de nuestro dedo aunada al “deseo” de moverlo emiten desde el cerebro, cierta energía eléctrica que hace que después de una serie de estímulos intermedios, se llegue  a las fibras del músculo correspondiente y se dilate  para halar el tendón correspondiente, ya sea para extenderlo o para retraerlo, pero independientemente de los mecanismos que intervengan, nosotros simplemente tenemos la relación de: “deseo” y “acto”. Y en general somos una “máquina” súper automática que se autocontrola por impulsos de hormonas (esas moléculas especialmente portadoras de códigos de las que hablé hace rato) de donde resultan tanto los deseos como los medios para ejercerlos. Y la esencia o función de todo eso está en el campo de lo desconocido.
Ahora bien, si todo lo anterior se da de forma categórica, la cuestión principal estriba en el sentido de que, tanta complejidad tan finamente establecida en ese diseño tiene que ser (con un porcentaje muy alto de probabilidad), objeto de algún propósito ulterior el cual como dije, con nuestra actual capacidad de contemplación, nos es muy difícil cuando no, casi imposible atisbar en cuanto a sus detalles, pero que aunque no podamos determinarlo en concreto, nada impide que lo demos como un hecho dada su existencia, y por lo mismo, indeterminado pero existente; y aquí entramos en la lógica de las probabilidades indeterminadas. Ejemplo: yo salgo de mi casa y dejo en el refrigerador determinada cantidad de cosas, cuando regreso veo que esa cantidad de cosas es diferente; faltan por ejemplo cinco cervezas de las diez que había dejado y de momento no puedo determinar quién extrajo las cinco cervezas pero si puedo asegurar y dar por hecho desde el punto de vista lógico que alguien (persona) las extrajo y posiblemente si ahondo en la investigación y encuentro pruebas, podría llegar a la conclusión de quién o quiénes en particular fue o fueron las personas en cuestión; o bien, si las investigaciones no me dan sustento alguno para determinar a la persona que lo hizo, por lo menos queda establecido el hecho de que fue una “persona indeterminada” (pero al fin, persona) cuyo “propósito” fue ingerir las cervezas: ella o alguna otra persona más.
Cualquier artefacto del pasado, descubierto ya sea íntegro o de manera parcial, nos lleva a la conclusión de dar por hecho que alguna o algunas personas lo diseñaron y lo construyeron y si de momento no determinamos las particularidades en cuanto al individuo o individuos que lo diseñaron y el uso que se le dio en su momento, no podemos dejar de lado que para su diseño y construcción, algún propósito debió de haber preexistido; propósito tal que tendría que ser más importante en tanto que el diseño se presente más complejo; por lo tanto, queda como un hecho por lo menos, que fue una persona sin determinar la característica individual de dicha persona es decir sin saber el nombre ni la individualidad de ella.
Por lo anterior si damos por hecho la existencia de algo (que yo puedo llamar “Naturaleza”) que ha diseñado y controla todas y cada una de las partes del Universo infinito  como lo son todos los seres y cosas materiales, llámense: estrellas, planetas, galaxias, meteoritos y en general toda partícula material (llámese: sustancia, molécula, átomo o partícula subatómica) con lo que están constituidos los seres vivos entre los cuales nos contamos los humanos, Esa “Naturaleza” que ejerció y sigue ejerciendo ese o esos innumerables  diseños  y además los sustenta de manera actual, no lo ha de hacer por el simple propósito del tránsito que llamamos “terrenal” sino que por el contrario, debe de haber consecuencias ulteriores y/o “ultra ulteriores” las cuales no nos es posible determinar hoy de manera particular y categórica, pero por la lógica de probabilidades llegamos a la conclusión de que ese o esos propósitos ulteriores tienen un porcentaje muy alto de ser, dado el altísimo grado de complejidad que presentan todos y cada uno de los elementos existentes en el Universo; desde los átomos y sus “partículas subatómicas” hasta las moléculas más simples y más complejas que constituyen todos los seres y cosas que existen. Ya lo dije antes, “siempre, del grado de complejidad de un diseño depende la importancia del propósito ulterior del mismo”. Y digo que aún los átomos en sí, tienen un alto grado de complejidad en su constitución y estructura, porque si bien ya existen hipótesis en cuanto a su estructura, aún no se sabe categóricamente qué o cómo se establecieron y se siguen estableciendo dichas estructuras.
El protón, el electrón y el neutrón se consideran ser las “partículas” más conspicuas en la estructura del átomo y se les han asignado características de manifestación energética muy especiales y muy bien determinadas; al protón se le ha asignado la característica de poseer una carga energética llamada “carga eléctrica positiva”; al electrón por el contrario se le ha asignado la característica contraria es decir: la de una “carga eléctrica negativa” y al neutrón como su nombre lo indica se le ha asignado la característica de una “carga eléctrica” neutra; todo lo anterior, sólo en cuanto a su manifestación “eléctrica”; ahora, en cuanto a su manifestación “masiva”, se les asignó al protón (como resultado de experimentos exhaustivos): una “masa” 1836 veces mayor que la del electrón y casi igual que la del neutrón; de allí se han detectado “partículas” menos conspicuas, unas con carga eléctrica y masa y otras con carga eléctrica y sin masa y otras sin masa y sin carga eléctrica; pero vallamos a las más conspicuas: ¿qué es lo que determinó que en el protón se hiciera manifiesta esa particularidad a la que se le llamó “carga eléctrica positiva”? No se tiene idea ni siquiera en qué consiste esta “carga eléctrica positiva” y por su parte, el electrón con su manifestación de “carga eléctrica negativa” no se sabe qué es lo que lo estructuró de esa manera para que interactuara ante su contraria.
En realidad no se sabe a ciencia cierta qué son esas “formas energéticas” ni por qué existen, ni su verdadero origen si es que tuvieron un origen; o si siempre han existido. Todo eso son sólo hipótesis y teorías (el origen, no su existencia). No se sabe a ciencia cierta cómo se formaron los diferentes elementos químicos o si siempre han existido, todo eso, son sólo hipótesis y teorías (el origen, no su existencia). Mucho menos se sabe a ciencia cierta cómo se formaron las moléculas de las diferentes sustancias, todo eso son sólo hipótesis y teorías (el origen, no su existencia). Mucho menos se sabe a ciencia cierta cómo se formaron las moléculas de las diferentes sustancias orgánicas entre ellas la del ADN y ARN . Todo eso son sólo hipótesis y teorías (el origen, no su existencia). Mucho menos se sabe a ciencia cierta cómo se formaron los organismos que constituyen los seres vivos. Todo eso son sólo hipótesis y teorías tales que, en la mayoría de los casos no tienen el mínimo sustento lógico. Para concluir; no se sabe a ciencia cierta todo lo anterior; y  algo que yo me permito llamar “Naturaleza”, ejerce todo lo  anterior de manera prolija y sin aparente falla o defecto. ¿Podemos admitir que esa “labor” infinita sea sólo para jugar una broma de mal gusto? Yo me atrevo a asegurar que no, pero tampoco puedo determinar a ciencia cierta qué es lo que tiene en “mente” esa que yo llamo “Naturaleza”, porque también es sólo una hipótesis. Pero sea lo que sea lo que la naturaleza “tiene en mente” existe de manera categórica con un gran porcentaje de probabilidades dado el altísimo grado de complejidad que conllevan todos y cada uno de esos procesos. Ahora, como dicen que dijo Pascal; Prefiero equivocarme creyendo en un dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un dios que existe. Porque si después no hay nada nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo”. O dicho de otra manera: “yo prefiero decir ahora, que Dios existe aún sin tener la manera de demostrarlo, porque si no existiera, cuando muera nada va a suceder en mi contra pero si sí existiera, algo bueno tendré, lo que posiblemente no tendría si negara su existencia ahora”.
Vayamos al caso particular de la vida humana en cuanto a su “razón de ser”. El ser humano está dotado del fenómeno llamado “vida” en lo que se incluye la capacidad de concienciar el “mundo” que le rodea por algo a lo que llamamos precisamente: “conciencia”; y por lo tanto, eso que llamamos “conciencia” es la parte fundamental que hace la diferencia con el resto de las especies dotadas de “vida”; esto es muy importante señalarlo ya que ninguna otra especie animal y mucho menos vegetal presenta de manera conspicua esta capacidad, y entonces (de pasadita), ¿qué pasa con la teoría de la evolución? ¿No debiera suponerse que por el azar que se maneja en esa teoría, era de esperarse un gran número de especies con esta capacidad ya sea en grado igual o menor? Pues no, sólo nosotros fuimos “agraciados” por esa característica; ¿no es algo raro? Bueno, de este tipo de rarezas están llenas todas esas hipótesis y teorías que tratan de explicar a su modo, el fenómeno de la vida.
Ahora, si los demás animales permanecen en la intensión de seguir viviendo sólo por eso que llamamos instinto de conservación es decir: ellos no se dan cuenta que “la vida es una vacilada” o cosas por el estilo, ellos no saben que van a morir siquiera; y su instinto de conservación hace que rehúyan a todo aquello que implique ir en el sentido de la muerte, la pregunta es: ¿por qué el ser humano que sí reconoce lo que es el fin de la vida llamado muerte, y sabe que este fin es inexorable, tiene que estar soportando esta llamada “vacilada de mal gusto”? Yo creo que el “programa” que quedó implícito en nuestra constitución orgánica tiene control de nuestro ser desde campos que no son “percibidos” por nuestra conciencia y que ejercen control sobre la misma conciencia sin que tengamos forma de enterarnos de manera racional de ello y sin que podamos ejercer oposición efectiva a esas “órdenes”; una especie de “adicción” innata contra la que es casi imposible oposición consciente alguna.
Tenemos la “Adicción natural” a la vida.
Llegado a este momento, vuelvo al tema de aquello que dicen que dijeron algunos filósofos: “la vida es una vacilada de mal gusto”.
Para empezar habrá que establecer lo que es “vacilada” y tomar el término en forma definida según las diferentes acepciones de nuestra lengua:
vacilada
Der. de vacilar.
1. f. Col., C. Rica, Guat. y Méx. Diversión, goce intenso.
2. f. Col., C. Rica, Guat. y Méx. Burla, tomadura de pelo.
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Vemos que hay dos acepciones: una, que se refiere a un estado de ánimo positivo “Diversión, goce intenso” y la otra un tanto peyorativa “Burla, tomadura de pelo”; pues bien, yo creo que lo que se infiere en el caso particular del presente tema, es más bien la aplicación de la segunda acepción en el sentido de que la vida es una burla; pero, desde un punto de vista imparcial, debemos considerar en cada caso la acepción que decidamos para la explicación correspondiente por ejemplo: todas aquellas cosas que nos causan gusto o bienestar, establecen que la vida puede ser una “vacilada” aunque no tanto de mal gusto sino lo contrario.
Dado lo anterior empecemos por analizar lo que hace que tal o cual causa nos represente un efecto de gusto o disgusto o si lo que nos cause gusto es algo realmente valioso o no; pero principalmente el “porqué” de aquello que nos causa agrado o júbilo o satisfacción por ejemplo: ¿por qué nos agrada que un determinado equipo deportivo de nuestra preferencia gane un partido si independientemente del resultado, nuestra existencia no mejorará en algo material, concreto o tangible? No tendremos por ejemplo: menos hambre ni menos sed ni más dinero o recursos para beneficio de nuestra existencia; ¿qué es lo que insufló nuestro criterio para preferir los buenos resultados de determinado equipo? Y haciendo algunos análisis tendríamos por ejemplo la posibilidad de que, desde nuestra temprana edad los adultos de nuestro entorno posiblemente tenían esa tendencia; ya sean nuestros padres o los amigos de nuestros padres o nuestras más queridas amistades, y sin darnos cuenta fuimos tomando “partido” es decir: se fue insuflando en nuestro ser el apego correspondiente. En la escuela nos inculcaron el “Amor a la Patria”, y de allí, resulta que nos sentimos orgullosos de ser Mexicanos o del país que seamos; no sabemos de dónde resulta el gusto por determinado género de música o el gusto por las comidas o bebidas o la preferencia personal a determinado tipo de personas o en general todo tipo  de preferencias que por medio de ese sistema hormonal se transforman en apegos. O sea que: ese sistema hormonal ha insuflado en  nuestra conciencia de manera inadvertida toda esta parafernalia de gustos, preferencias y apegos los cuales norman nuestro modo de calificar al mundo que nos rodea como algo más aceptable que inaceptable; y es por eso que no pensamos en que en la mayoría de los casos, nuestras preferencias toman la forma de adicción y de manera consciente en apariencia decidimos permanecer en el estado de vida actual; y esto pasa con la mayor parte de los seres humanos, vivimos en una especie de “placer” que nos impide razonar sobre lo irrelevante de la mayor parte de lo que nos grada.
Analizando lo anterior, hemos de clasificar apegos en varias ramas principales según su origen:
Primero: apegos innatos, naturales y necesarias
Segundo: apegos adquiridos, naturales y necesarios.
Tercero: apegos adquiridos naturales y no necesarios.
Cuarto: apegos adquiridas no naturales y no necesarios.
Con respecto a lo primero, habré de decir que cuando nacemos ya tenemos la tendencia a ser amamantados, por lo que de una manera instintiva tendemos a obtener la leche materna por la vía de la amamantación o amamantamiento lo cual nos agrada ya que calma  una necesidad fisiológica llamada “hambre” la cual se hace manifiesta por eso que dije antes; una generación interna de sustancias llamadas hormonas que hacen a nuestro ser tender de manera inexorable hacia aquello que calme dicha hambre; de manera instintiva, no se sabe a esa temprana edad, qué es lo que genera nuestro agrado ante tales o cuales situaciones ante las cuales mostramos signos de gusto como los son: la risa o la extensión de los brazos, pero es de inferirse que algo previo predispone nuestra tendencia, ya sea el impacto visual o  tangible por algunos de nuestros sentidos; o algún otro factor externo. Éstas son algunas de las tendencias preferenciales innatas, naturales y necesarias.
En el segundo caso hablamos de aquellas tendencias naturales como por ejemplo: el gusto por algunos determinados alimentos; el gusto por cierto género de música; el gusto por algún tipo de actividad deportiva, el deseo sexual, el gusto por alguna o algunas ciencias etc.
En el tercer caso podemos considerar el gusto por ejemplo de actividades de alto riesgo como el alpinismo.
En el cuarto caso pondré como ejemplo el caso de la drogadicción y en general todo tipo de adicciones o mejor dicho: vicios.
Cuando decimos que empezamos a tener “uso de razón” es precisamente cuando nos referimos a episodios o etapas de nuestra existencia que podemos recordar pero yo creo que en realidad, esos primeros momentos en que hacemos uso de nuestro raciocinio, no los recordamos es decir: empezamos a tener uso de razón desde antes de lo que recordamos, y en esos momentos intuimos elementos de agrado que quedan “almacenados” en nuestra subconsciencia y que empiezan a provocar las tendencias respectivas que después hacemos propias. La predisposición a nuestras preferencias en esas tempranas edades, queda impresa de alguna manera en nuestra subconsciencia sin que nos demos cuenta de manera racional y eso es lo que norma nuestro criterio para decidir en el transcurso de nuestra existencia sobre todo aquello que consideramos de alguna manera aceptable o cómodo por no decir placentero; otro tanto ocurre con toda seguridad en lo contrario con respecto a todo aquello que nos produce desagrado y molestia lo cual tratamos de evitar en el mismo transcurso de nuestra existencia. Pero si analizamos de manera puntual todas y cada una de esas preferencias, vemos que la mayor parte de ellas no nos “sirve” de manera substancial y por lo general sólo nos distrae tiempo por ejemplo: queremos actuar de manera que seamos bien “evaluados” por los demás como por ejemplo en el deporte, cuando con eso no vamos a resolver ningún problema substancial de nuestra existencia,  “ese aplauso que recibimos” no nos quita el hambre ni nos resuelve ningún otro problema salvo en los casos en que se trate de la trayectoria profesional por la que “cobramos” que es en muy contados casos. En fin, la mayor parte de nuestros afanes carece de beneficio real o material; el millonario no ha de disfrutar sus millones que ya tiene y aún así se afana en aumentar el monto de su dinero; el político se afana en ocupar cargos cada vez más elevados para representar más “poder” y ha de morir afanándose en su cometido sin “gozar” para sí de verdad la substancia de ninguno de sus cometidos; yo leí en algún mensaje lo siguiente: “nacemos sin traer nada y morimos sin llevarnos nada, y en el intermedio de este lapso, luchamos por lo que no trajimos y no nos llevaremos”.
Hasta aquí me he concretado a exponer lo que a mi entender nos mueve a permanecer en este estado de cosas por una tendencia natural que nos hace “adictos” a la existencia en la vida, pero anteriormente escribiendo acerca de la complejidad de nuestro “diseño” dejé entrever que así como el ser humano diseña algo, y lo hace con algún propósito ulterior a la construcción de lo diseñado; dicho propósito es tanto más importante cuanto más complejo es el diseño en sí; pero independientemente de la cuantía de la importancia del propósito ulterior, queda claro que si se diseña algo, existe de manera inherente el propósito ulterior del diseño. Ahora bien, si buscamos en el campo de lo material o práctico casi siempre vamos a encontrar un afán excesivo en conseguir “satisfactores” (hablo como dije, en el campo de lo material); y analizando el motivo de esa excedencia en el afán, yo encuentro que el ser humano tiene capacidades sobradas para conseguir los satisfactores naturales indispensables  por lo que le sobra tiempo y facultad para excederse y de esta manera “almacenar para los tiempos venideros”, pero como su capacidad se lo permite, ese “almacenamiento” va creciendo más y más y como no ve motivo para no incrementarlo justificando su acción con el tema de la “previsión”, así va quedando cada vez más inmiscuido en su propio “vicio” o “adicción” o “pre-vicio” o pre-adicción” o como se le quiera llamar toda vez que la realidad es que aquellos satisfactores que acumuló, no los va a terminar de consumir o disfrutar ni se los va a llevar allá a donde supuestamente se va después de la muerte. Claro que me estoy refiriendo a los casos en los que el individuo tiene las capacidades y oportunidades de hacer cúmulo en los satisfactores; y al hablar de satisfactores, me estoy refiriendo a todos y cada uno de ellos; tanto los necesarios (dinero, bienes materiales, poder social o político, poder físico en la actividad deportiva, poder mental en la actividad científica y tecnológica); como los no necesarios, pero que una vez que se les prueba o “saborea”, gustan; y si no se establece un control crítico, se transforman en necesarios o mejor dicho: “súper-necesarios” como lo son: todo tipo de sustancias psicotrópicas. Todo género de satisfactores debo aclarar que, cuando no se establece el debido control (templanza), generan “adicciones” tan nocivas unas como todas las demás.
Por lo anterior, es por lo que el ser humano en lo general, trata de evitar la muerte, toda vez que ha adquirido de una manera o de otra, un cúmulo  de adicciones que lo obligan a seguir viviendo ya que es la única manera de seguir “saboreando” todo aquello a lo que es adicto. Y entonces;  es cuando debemos entender que nuestro ser es algo que se dice “racional” y autónomo por aquello del “libre albedrío” pero que lo de autónomo, no es tal, por lo menos en una gran parte; nuestra madre Naturaleza nos ha diseñado para estar a la expectativa de todo tipo de apegos que nuestro “criterio racional” es incapaz de evitar debido a que nuestro diseño de manera innata tiene en previsión para la permanencia en el estado de vida.
Somos en la actualidad concebible, el resultado del diseño más complejo de que se tiene referencia; y aunque no se sabe de buen saber ni la causa ni el propósito de nuestra existencia, es de entenderse que ambos (causa y propósito) existen y si bien alguien puede decir que son una vacilada de mal gusto lo único que deja en claro es que ésa es su opinión quizás por ejercer su criterio y libre albedrío en ese sentido ya sea porque llegó esa persona a estadios en su criterio que pudo valorar él la no necesidad de apego alguno y por lo mismo pierden el interés de permanecer en este estado de cosas y no es que dicha persona se encuentre como se dice: “deschavetada”  sino que su raciocinio le ha conducido a tal concepción. Esas personas en particular han aprendido a “morir” más que “a vivir”, Séneca lo decía literalmente y otros de manera figurada; Sócrates por ejemplo llegó a ese punto (el de la muerte) con plena serenidad y según Platón, hasta con deseos, porque tenía la “esperanza” de algo después de su ejecución; hablaba a sus discípulos de encontrarse allá, con las personalidades del mundo filosófico ya fallecidas. Y como ellos con toda seguridad muchos grandes filósofos si bien no se han suicidado, sí dejan llegar el momento sin oponer demasiada resistencia.
Si no encontramos la manera de vivir la vida de una manera agradable, estaremos en la posición de opinar en el sentido peyorativo correspondiente es decir: podemos afirmar que sí, “la vida es una vacilada de mal gusto”. Los que por el contrario, transitan (por la vida) con la entereza de que el exceso de apegos es nocivo  y que por tal entereza buscan y encuentran la manera de prescindir de todos aquellos apegos que no son ni naturales ni necesarios y de aún aquellos que aunque son naturales no son necesarios; éstos tendrán un “tránsito” más libre de inconveniencias y por lo mismo, más lleno de cosas confortables y agradables; es de entenderse que muy probablemente éstos últimos, si consideran que la vida es una vacilada, habrán de calificar esa vacilada (como lo establece la primera acepción) de buen gusto.
Yo creo (y es mi muy particular concepto) que la vida no es una vacilada y mucho menos, de mal gusto, yo creo que la vida es un estadio de la existencia en el que nuestro ser es preparado para continuar en los siguientes estadios los cuales hasta ahora son un misterio en cuanto a sus “modos esenciales” pero que aún sin saber de buen saber acerca de sus esencias; existen y con toda seguridad se nos habrá de revelar en su momento dimensional correspondiente.
Yo no creo que la vida sea por ejemplo: la materia de nuestros organismos; ésta es la que se habrá de “transformar en polvo”, yo creo que la vida es más bien la “organización  de sistemas energéticos” que toman “el polvo” para organizarlo y darle la “forma vital” correspondiente: ya sea una determinada planta o un determinado animal o bien cada determinado ser humano. Entrecomillo las expresiones anteriores, porque las palabras parecen ser de uso vulgar y cotidiano es decir: nos podemos imaginar a alguien o algo manejando cierto tipo de energías (mecánica, eléctrica, térmica etc.) para construir un determinado artefacto, pero no es así, yo me refiero a otro tipo de energía que no es ninguna de las que en nuestro conocimiento físico están presentes, es otro tipo de energía que se encarga de “conducir” a cada partícula material (polvo) al lugar que le corresponde para dar como resultado, la existencia de un ser viviente partiendo de la fecundación original que deriva de otros seres similares que en su momento tuvieron un origen similar
Desde que cada cigoto (huevo fecundado) se da, ya está presente esa “energía” conteniendo la totalidad del ser que corresponde de una manera virtual, en torno a ese cigoto o dentro de él ya que, aunque parezca que son sólo dos “células fusionadas”, allí están ya todos nuestros órganos, allí están ya nuestros ojos, nuestro corazón, nuestro hígado etc. sólo que como dije, de una manera virtual pero realmente virtual. Nuestros científicos han podido seguir digamos de una manera concreta, física o material, casi todos los cambios o transformaciones que se van dando a lo largo del desarrollo embrionario, desde la  fecundación, pasando por la mórula, hasta constituir el embrión y por medio de determinadas diferenciaciones celulares, el feto que es el individuo ya con todos sus órganos formados  el cual, después de un proceso de “maduración” interna orgánica, “saldrá a luz” en forma de bebé. Que es a partir de ese momento que nos cuenta el período de nuestra existencia, aunque en realidad nuestra vida comenzó nueve meses antes.
Pero lo que no pueden explicar nuestros científicos es lo que pasa para que se dé el inicio  de cada cambio o diferenciación celular observada; lo único que explican es que: tal o cual ¿parte? Generó tal o cual ¿molécula? que “activó” el inicio de dicho cambio o diferenciación celular  entendiendo cada diferenciación celular como la tendencia a constituir órganos diversos y en general cada parte diferenciada del organismo en cuestión, pero no pueden explicar el “motivo o causa para generar dicha molécula” la cual tendría implícita (en su constitución química) la “intensión” o “deseo” de generar tal o cual cambio con la tendencia correspondiente a formar tal o cual parte u órgano en cuestión. Y aquí ya hablamos de “cambios intencionados” y por lo mismo, de “cambios previstos” de alguna manera, y esa previsión no puede ser otra cosa que, el “dictado” de una entidad presente que no es visible ni tangible a nuestra capacidad perceptiva pero que por sus resultados no nos queda más que aceptar su presencia activa aunque no podamos dar cuenta cabal y categórica de su esencia “supra material”; a esta entidad bien se le podría llamar: Zona Rectora “morfoespecífica” derivada o concomitante con la estructura “material” informática del ADN. En esta zona Rectora “morfoespecífica”, está contenida de manera virtual toda la parafernalia de disposiciones “algorítmicas” que habrán de ejercerse tanto en el desarrollo orgánico dentro del cigoto (mórula, embrión, feto) como en todo el transcurso de la vida del individuo en cuestión, y subsecuentemente después de lo que llamamos vida, allí permanezca en la forma de  conciencia posterior a la muerte y sea entonces cuando lleguemos a “enterarnos” del verdadero propósito de la vida.
Para quienes consideren la vida como una vacilada, que ésta sea una vacilada de mal gusto o de buen gusto, debe depender de la manera como cada quien con su propia responsabilidad la conlleve.

Continuará…..última edición: 21 de mayo de 2020